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vicerrector renato hunter

El vicerrector de Investigación y Postgrado, Dr. Renato Hunter, junto a sus pares de otras seis instituciones de educación superior chilenas, visitaron cinco universidades israelitas y sus parques tecnológicos.

Los ecosistemas tecnológicos desarrollados en Israel, desde su creación como Estado en 1948, han convertido a este país en una potencia mundial en I+D+i. El Estado invierte 4,5 % del PIB en investigación, segundo a nivel mundial. Registra además 354 multinacionales, 23 incubadoras, 106 aceleradoras y más de 250 fondos de Venture Capital, situándose como líder en startups.

Para conocer esta experiencia, el vicerrector de Investigación y Postgrado de la casa de estudios, Dr. Renato Hunter Alarcón, junto a sus pares de seis universidades chilenas, realizaron una gira por dicho país, que incluyó recorridos por parques tecnológicos, universidades, institutos y centros de investigación.

La sinergia entre universidad y empresa es una de las estrategias principales. Son modelos colaborativos que permiten potenciar los focos de investigación hacia las líneas prioritarias del país. En ese marco, una de las visitas se realizó a la Universidad de Ben-Gurión del Néguev, al sur de Israel, cuya particularidad es que mantiene un parque tecnológico gestionado por la propia universidad. “En el mismo parque existe un edificio construido por la universidad y otros tres levantados por empresas multinacionales, que han instalado sus sedes de desarrollo e investigación en ese lugar. Son aliados naturales, hay una integración entre academia y empresa, trabajan de forma unificada”, explica el Dr. Hunter.

El recorrido prosiguió en la Universidad de Technion, ubicada en Haifa, en la zona norte de Israel. Allí conocieron el modelo de transferencia tecnológica, caracterizado por un alto enfoque en la creación de startup. Es una institución que tiene menos de 50 años, 13 mil 500 estudiantes, 60 centros de innovación, 3 líneas principales de investigación y 289 millones de dólares ingresados solo por licenciamiento en un año. “El enfoque es comenzar a incentivar a los estudiantes en la innovación desde que inician su formación, eso ha significado que, a la fecha, tengan más de mil patentes”, puntualiza el vicerrector Hunter.

También visitaron la Universidad de Haifa, que tiene una unidad específica y autónoma para la comercialización y el licenciamiento, donde se realiza el proceso de protección intelectual y la negociación para instalar los productos en el mercado. “El investigador no se involucra en el proceso de negociación”, explica la autoridad universitaria.

Un sistema parecido encontraron en el Instituto Weizmann en Tel Aviv, cuya unidad de transferencia tecnológica funciona de forma independiente, con un presupuesto anual -solo por concepto de licenciamiento- de 400 millones de dólares.

En Jerusalén visitaron la Universidad de Hebrea, que cuenta con 8 de los 12 Premios Nobel que tiene ese país. Uno de los últimos negocios más exitosos generados en esa casa de estudios es Mobileyes, un dispositivo de seguridad para evitar accidentes vehiculares, desarrollado por un profesor de dicha universidad. “Es interesante la especial atención que fijan en los patentamientos, pero sin centrarse en el producto terminado, sino en los distintos niveles de invención, por ejemplo, pueden salir al mercado con la fórmula de un medicamentos y no necesariamente con el producto listo”, explica el Dr. Hunter.

Productividad y colaboración

Solo 9 universidades existen en Israel, todas ellas son públicas. El Estado invierte los fondos necesarios para que las instituciones operen, pero el crecimiento de las mismas se financia a través de proyectos concursables, asociados a las líneas prioritarias y a indicadores de productividad.

La Agencia de Investigación de Israel cuenta con un conjunto de investigadores que visitan las distintas universidades y parques tecnológicos para identificar los puntos de desarrollo en común, así realizan llamados temáticos para el desarrollo de nuevas tecnologías y proyectos. 

“Se enfocan en áreas específicas, pero sobre todo, establecen un ecosistema colaborativo profundo. La masa laboral que trabaja en conocimiento y desarrollo es de 300 mil personas aproximadamente, es un núcleo pequeño donde la principal receta es la colaboración, entonces van formando redes. Además tienen una cultura del fracaso como aprendizaje, no se estigmatiza”, cuenta el vicerrector.

Luego de la gira y con el propósito de continuar conociendo el modelo de I+D+i de Israel, las universidades chilenas participantes gestionan la visita de un experto de la Universidad Hebrea de Jerusalén a Chile, quien compartirá su experiencia en transferencia tecnológica con la academia chilena.

 

escrito porEscrito por: Karimme Riadi
Vicerrectoría de Investigación y Postgrado