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La agroecología nace como disciplina desde América Latina y cada día gana más terreno a nivel mundial, considerada como una alternativa viable en la transición a un sistema alimentario más sustentable y resiliente, en sintonía con el medio ambiente y más equitativo con la sociedad.

De acuerdo a la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción agrícola mundial tendrá que aumentar cerca de un 50 por ciento en 2050 para satisfacer las necesidades de una población que se estima crezca a los 9 mil 700 millones de personas. Un desafío que involucra no solo atender la demanda por alimentos, sino mejorar la producción agrícola de manera sostenible y lograr la soberanía alimentaria.

Pero ¿es posible producir alimentos de manera más sustentable, con menos impacto en el medioambiente, con más beneficios para la salud de las personas, que haga frente las incertidumbres del cambio climático y que también permita avanzar en equidad social? La agroecología dice que sí, abriéndose camino como una alternativa viable en la transición a sistemas agroalimentarios más sostenibles.

Estas fueron parte de las reflexiones, análisis y experiencias convocadas en el primer Congreso Chileno de Agroecología, realizado en Pucón y que congregó a más de 950 asistentes y expertos de ocho países, organizado por la Universidad de La Frontera a través de su Facultad de Ciencias Agropecuarias y Forestales y el capítulo chileno de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología, SOCLA-Chile.

Y es que el diálogo fluyó en un espacio de convergencia para una disciplina que se distingue por su carácter transdisciplinario, al tiempo que involucra una propuesta técnica productiva que se hace cargo no solo de cómo se producen los alimentos, sino también de qué se come, cómo se distribuyen y consumen, además de su esencia como movimiento social y cultural que empuja hacia un sistema agroalimentario sustentable y a la soberanía alimentaria.

“Se ha visto que los problemas actuales de alimentación, cambio climático, entre otros, requieren de un nuevo sistema agroalimentario. Hemos sabido y aprendido a desarrollarlo, ahora tenemos que ver cómo lo masificamos. Sabemos que funciona, que económicamente es más viable, ambientalmente más adecuado y socioculturalmente más justo; el paso siguiente es masificarlo y que sea el núcleo de cómo alimentamos al mundo”, comentó el Dr. René Montalba, director del Laboratorio de Agroecología y Sustentabilidad Alimentaria de la UFRO.

SISTEMA AGROALIMENTARIO

Desde Naciones Unidas se ha planteado la necesidad de lograr una transición a sistemas agroalimentarios más sustentables, que tengan como principios la conservación de los recursos naturales, la eficiencia en el uso de estos, también los medios de vida, ingresos y bienestar de las personas, junto con la resiliencia tanto social como ecosistémica y la gobernabilidad.

“La agroecología es una apuesta holística en distintos aspectos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que permite abordar tanto el problema de la justicia social como el de la degradación del medioambiente y los recursos naturales, como también de las dietas saludables y, en ese sentido, es considerada una de las alternativas viables para poder responder a este desafío”, destacó el representante de FAO, Romain Houlmann.

Desde esa perspectiva, agregó que una de las bases de la agroecología es la forma de co-creación de saberes y conocimientos, lo que se genera a través de espacios de diálogo entre distintos actores del sistema alimentario (sociedad civil, productores, la academia, instituciones públicas, agricultores y pueblos originarios). “Para lograr más compromiso a nivel local de implementación y apropiación de las políticas y programas se necesita que la gente participe desde el inicio”, resaltó.

QUÉ COMEMOS

Para la comisionada de alto nivel "Salud Universal en el Siglo XXI: Alma Ata 40 años" para la región de las Américas para la OPS y coordinadora de Salud de los Pueblos de Bolivia, Vivian Camacho, la agroecología involucra “volver a mirar los saberes de nuestros pueblos, es decir, volver a trabajar la tierra de maneras naturales, más equilibradas y armónicas con los ciclos de la naturaleza; eso ya lo han estado haciendo nuestros pueblos indígenas”.

Explica que es necesario detenerse a mirar que el tipo de alimento que se consume sea sano y eso, a su juicio, tiene que ver con la soberanía alimentaria, que “nos ayuda a mirar que cada lugar, territorio, necesita y debe decidir qué producir, cómo producir y la manera de distribuirlo; esto es importante para los pueblos indígenas, donde la producción está ligada a la reproducción de la vida, al ciclo de las semillas, de los animales y las personas”.

Agregó que “necesitamos volver a vincular la academia con nuestros pueblos, el trabajo de la institución con el comunitario; es un desafío importante y que nos va a ayudar a construir juntos lo que necesitamos para transformar la realidad local”.

EXPERIENCIAS

Una de las diversas experiencias que se presentaron fue el trabajo agroecológico que realiza la agrupación “Manos de Mujer” de la comuna de Collipulli, quienes han trabajado no solo aspectos técnicos productivos, sino también organizacionales, de empoderamiento y gestión. Así lo explicó Vanesa Valenzuela, profesional de Prodemu, detallando que llevan dos años realizando capacitaciones prácticas para que desarrollen otro tipo de manejo en sus predios, lo que les ha permitido, por ejemplo, no solo producir hortalizas de forma más natural o hacer un control de maleza de manera integral, sino también resguardar semillas y rescatar saberes.

“Hemos enseñado nuevas técnicas, pero a la vez recuperado otras que utilizaban sus madres, sus abuelas. Entonces hemos reforzado lo que existía y complementado con conocimiento técnico, apoyándolas, a la vez, en otros aspectos que fortalezcan habilidades comunicativas, de autoestima, lazos colectivos y su relación con el entorno”, comentó, detallando que, entre otros, han realizado talleres de recuperación de semillas, para hacer distintos tipos de abonos orgánicos, aprender a mejorar los suelos a través de camas altas o también asociación y rotación de cultivos.

“Esto no solo mejora la situación económica, sino también personal y su relación con el territorio, ya que sienten que las pueden ver de otra manera, como mujeres articuladas, que trabajan en colectivo, que hacen un rescate de prácticas y que pueden entregar alimentos sanos al resto de la población que no tiene donde cultivar, y que tienen el potencial de expandir ese conocimiento y enseñar a otras personas”, destacó la profesional.

DESAFÍOS

El avance de esta disciplina ha superado las expectativas de quienes comenzaron a promoverla como un nuevo paradigma que emerge desde América Latina y de a poco fue ganando terreno, posicionándose en el mapa agroalimentario mundial. El presidente de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA), Santiago Sarandón, destacó “hay fortalezas construidas y oportunidades, pero también un largo camino por recorrer; por lo tanto, es importante conocer las limitaciones, las oportunidades, conflictos y principales actores. Los logros han sido importantes y señalan un futuro optimista”.

 



ENCUENTRO INTERNACIONAL
El congreso reunió 200 presentaciones en modalidad de trabajos orales, póster, simposios y talleres, en temáticas de prácticas y manejo agroecológico; política y desarrollo rural-alimentario; feminismo y movimientos sociales; sistemas agrarios/alimentarios, sociedad y medioambiente, y agroecosistemas y servicios ecosistémicos. Además propició un espacio para la exposición de productos locales a través de una feria agroecológica.

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escrito porEscrito por:Jassna Sepúlveda Beltrán
Dirección de Comunicaciones