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El estudio aspira a entregar soluciones a uno de los problemas más grandes que enfrenta el país, que es la obesidad infanto-juvenil, la cual está muy ligada a cómo se enseña a comer al interior de cada familia.

Familia, alimentación, satisfacción con la vida son los principales aspectos que aborda el proyecto Fondecyt de “Satisfacción vital, familiar y alimentaria: una primera aproximación en el sur de Chile”, que lidera la investigadora UFRO, Dra. Berta Schnettler.

La idea es establecer la relación entre la satisfacción con la vida, la familia y la alimentación, como dominios de la vida, en grupos familiares de distinto nivel socioeconómico, estructura y ciclo de vida de familiar.

TRAYECTORIA

La historia de esta investigación se remonta a 2010, cuando la Dra. Schnettler estudió el bienestar subjetivo y la alimentación en adultos (con una muestra a nivel nacional), y obtuvo como resultado que la satisfacción con alimentación afecta positivamente la satisfacción con la vida de las personas, mejorando su calidad.

Posteriormente, el estudio se extrapoló a estudiantes universitarios, y en ambos proyectos observó que, a mayor satisfacción con la alimentación, mayor satisfacción con la vida. “Lo anterior está relacionado con hábitos alimentarios más saludables, con mejor salud física y mental, menores índices de obesidad y una positiva interacción familiar en torno a la alimentación”, explicó la investigadora.

“Lo más relevante que hemos constatado, es que aquellos sujetos que estaban más satisfechos con su alimentación y con su vida, tenían mayor posibilidad de comer junto a sus familias”. Esto la condujo a incluir el dominio de la familia en un nuevo proyecto, de manera de ver cómo interactúan ambos dominios y cuál es el efecto que tienen en el nivel de satisfacción con la vida.

NUTRICIÓN, PREPARACIÓN DE ALIMENTOS Y COMPRA

Dentro del equipo de investigadores está el Dr. Klaus Grunert, científico de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, creador de la escala con la que se mide la satisfacción con la alimentación y que ha estudiado comportamientos y hábitos de compra y elección de alimentos.

Para él, el momento de seleccionar los alimentos que se preparan en casa, está marcado por una serie de decisiones conductuales, de oportunidad y ambientales,y,sobre todo, el tipo de consumidor que está en proceso de compra.“Hay elementos a considerar en una dieta familiar, que están asociados a la compra y elección de alimentos -si son ocasionales o no-, cantidad o tamaño de las porciones y la ingesta de los mismos”.

El científico destaca que hay una deliberación rápida, basada en hábitos y en un conjunto de atributos o señales como la marca, el sabor - que a veces prevalece por encima de la salud - y un uso extenso de señales asociadas al grado de procesamiento, forma de producción o uso de aditivos en determinados alimentos.

“En muchos hogares se prepara la mayor parte de las comidas en casa y la frecuencia de esa acción se relaciona con la calidad de la dieta. Una preparación implica habilidades mecánicas, perceptivas, organizativas y creativas”, comenta.

Otra dimensión está dada por las diferencias culturales, la frecuencia de comidas y calidad de la dieta, las que a su vez se ven afectadas por los patrones de alimentación que se asientan durante la adolescencia o por normas sociales y personales.

DOBLE DISCURSO Y FIGURA MATERNA

A la fecha, los investigadores han observado que hay un doble discurso, que dice sí, las familias quieren alimentarse saludablemente, pero que en la práctica eso no ocurre, sobre todo en los niveles socioeconómicos medio y bajo, donde hay mucha comida chatarra; en el nivel socioeconómico bajo se opta por lo más barato y existe el prejuicio de que comer saludable es caro. Asimismo, el rol de la madre es muy importante, porque el índice de alimentación saludable de los hijos tiene una alta correlación con cómo se alimentan las madres también; entonces, luego habría que intervenir a nivel de las madres, creemos preliminarmente, para que ellas puedan inducir hábitos alimentarios saludables desde que el niño es muy pequeño.

Lo avala el aporte de la Dra. Marianela Denegri -co-investigadora del proyecto- que menciona que el rol de los padres en la alimentación va desde lo informativo y explicativo hacia la orientación y guía de los hijos; ellos dan el grado de relevancia que se le otorga a la alimentación –que puede ir desde muy importante a poco relevante- y hay etapas en que los padres definen como decisivas para enseñar hábitos de alimentación a sus hijos.

Finalmente, la Dra. Schnettler señaló que todos los instrumentos están validados, a la vez que están respondiendo a una de las problemáticas grandes que hoy se viven en el país como es la obesidad y que está muy ligada al cómo se enseña a comer dentro de la familia.

 

escrito porEscrito por: Lorena Espinoza Arévalo
Vicerrectoría de Investigación y Postgrado