Reunidos en CHILE ACTÍVATE, investigadores de la U. de La Frontera, U. de Santiago de Chile, Pontificia U. Católica de Valparaíso; Departamento de Salud Pública Pontificia U. Católica de Chile, Escuela de Salud Pública U. de Chile, U. San Sebastián y U. Diego Portales, alertan sobre el impacto negativo en la salud que produce la inactividad física y el sedentarismo, acentuado por la pandemia. |
La actividad física mejora la salud y el bienestar de las personas, de ahí que moverse o ejercitarse periódicamente resulta fundamental para prevenir enfermedades físicas y mentales. Pero el aislamiento y las cuarentenas están limitando sustancialmente las opciones de hacerlo. Frente a esto, un grupo de investigadores nacionales reunidos en CHILE ACTÍVATE, entre ellos académicos de la Universidad de La Frontera, ponen la voz de alerta y realizan una serie de recomendaciones. “No moverse o ejercitarse conlleva a enfermedades que elevan el riesgo de contraer COVID-19: Ciertas condiciones como obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedad cardiovascular, la edad avanzada (mayores de 60 años) y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), se asocian con un riesgo entre 1.5 a 3.5 veces mayor de hospitalización y mortalidad al enfermar por la pandemia”, consigna el documento preparado por CHILE ACTÍVATE, en un trabajo liderado por investigadores UFRO; donde aclaran que la falta de actividad física y el exceso de tiempo en otras con mínimo gasto energético, han aumentado como resultado de la cuarentena. También destacan que al momento de diseñar estrategias, se deben tener en cuenta las distintas realidades de la población, considerando que buena parte habita en espacios reducidos, sin acceso a Internet o equipamiento para el ejercicio. Frente a ello, el mensaje es claro: todo minuto de movimiento ayuda a mantener la buena salud, incluso si hace en espacios reducidos; también disminuir al máximo el tiempo en que se está sentado o recostado, junto con limitar los momentos de pantalla y respetar los horarios de sueño. Una de las investigadoras de CHILE ACTÍVATE es la académica del Departamento de Educación Física, Deportes y Recreación UFRO, Andrea Cortínez, quien señaló que la inactividad puede ser crítica, “especialmente para personas que ya están en condiciones basales muy frágiles, en quienes basta con que dejen de caminar para que pasen de la fragilidad a la enfermedad, o a estar en un riesgo de salud mayúsculo, por ejemplo, adultos mayores con osteoporosis, diabetes, problemas de balance u otras enfermedades crónicas que se agravan con la inactividad física”. En el caso de niños y niñas, se observa que los menores que cumplen con la actividad física recomendada han disminuido del 58% al 42% durante la pandemia, mientras que el tiempo destinado frente a la pantalla casi se ha duplicado. “En esta época de aislamiento o confinamiento, no es sorpresa que nos dejemos de mover y se afecten las otras conductas en niños y niñas. Algo preocupante es que normalmente menos de la mitad de ellos cumplen con las recomendaciones de actividad física, pantalla y horas de sueño sugeridas y, en estas condiciones se espera que sea aún peor”, explicó el investigador del mismo Departamento de la UFRO, Dr. Nicolás Aguilar. ACTIVIDAD FÍSICA SEGÚN EDAD Al estar sin clases presenciales, niños, niñas y adolescentes (6 a 18 años), pierden la actividad física conseguida en los traslados y clases de educación física; el ideal es una hora de ejercicio y menos de dos horas de pantalla al día. Para adultos, intentar acercarse a los 30 minutos, 5 veces por semana; si se está sentado o recostado, pararse mínimo cada una hora, estirar o realizar movimientos en el lugar. Misma recomendación para adultos mayores, con la salvedad de proveer rutinas diferenciadas para quienes eran activos antes del confinamiento y para quienes no. ACTIVIDAD AL AIRE LIBRE Y DISTANCIA SOCIAL “Hay riesgos asociados a contextos de pobreza; donde no hay espacio para ejercitarse en casa, que no podemos ignorar, menos si las cuarentenas se extienden por más tiempo. Hay comunas como Santiago centro, donde ya se han cumplido dos meses continuos de cuarentena obligatoria. Es indispensable que empecemos a pensar medidas organizadas, seguras y responsables para que las personas que no pueden moverse dentro de su hogar, puedan hacerlo afuera, como adultos mayores o personas con enfermedades crónicas”, explicó. El juego en espacios abiertos brinda la oportunidad de mejorar la calidad del movimiento. Aquí las recomendaciones son mantener distancia física mínima de 2 metros con otras personas y quienes tengan algún síntoma asociado a COVID-19, no deben salir. En el caso de niños, estar acompañados de adultos que habitan la misma vivienda, para evitar que entren en contacto con personas de otros hogares; además, usar mascarilla, aunque no se recomienda en menores de 3 años. ESPACIOS COMUNES Igual aclaran que los juegos infantiles no deben usarse, pues son potenciales fuentes de contagio. Acá la sugerencia es cerrarlos o colocar implementos que impidan su uso. También pueden utilizarse demarcaciones en el suelo, conos o letreros para educar sobre el distanciamiento físico. Otra idea que proponen es la modalidad de “calles abiertas”, donde las autoridades locales pueden organizar espacios seguros; es decir, suspender temporalmente el tránsito vehicular para disponer de sectores para caminar o realizar otras actividades con distanciamiento social, donde se puede aplicar el uso alternado por edad y sexo en días y horarios diferenciados. DE LA RECOMENDACIÓN A LA ACCIÓN “Cuando las plazas son pequeñas y la gente tiene poco espacio en sus viviendas, es clave contar con lugares para la recreación. Entonces, las comunidades deben organizarse para cuidar el distanciamiento y hacer buen uso de ellos. Si no hay, creemos que los municipios tienen un rol clave, pues con las juntas de vecinos y comunidades organizadas pueden redestinar espacios como calles, para que se puedan usar con un propósito distinto que solo tránsito vehicular, al menos de manera temporal”, sostuvo. Finalmente, la investigadora indicó que los contenidos que se generen para que las personas se mantengan activas, deben ser claros; pero también empáticos con las condiciones y circunstancias en que están muchas familias, como el hacinamiento y el estrés. “Necesitamos más esfuerzos en difundir estas medidas básicas de autocuidado y debemos ser conscientes que las condiciones para practicar este autocuidado no son iguales para todas las personas, y cuando no las hay, debemos crearlas”, concluyó.
Escrito por: Jassna Sepúlveda Beltrán
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