Logo 2022 UFRO                                                                 UFRO acreditacion institucional

UFRO eduardo hebel columna

 

 

 

Veinte años demoró Chile en establecer una Ley de Instrucción Primara Obligatoria. El tema fue puesto en la mesa en 1900, por el senador Pedro Bannen, y sólo vio la luz el 26 de agosto de 1920, bajo la Presidencia de Arturo Alessandri Palma, cuando el Parlamento la aprobó y se convirtió en el segundo hito de nuestra historia educacional – el primero fue la Ley de Instrucción Primaria en 1860- porque aseguraba la gratuidad de la educación primaria fiscal para toda la población e introducía la obligatoriedad de la misma, donde el Estado era el garante. Cien años han pasado desde ese momento, y el desafío de educar, formar e instruir a niños, niñas y jóvenes sigue igual de vigente.

Si bien los indicadores de la década de 1920 resultan abrumadores -el 51,6% de la población sabía leer, el 48,4% permanecía analfabeta y respecto de los niños entre 5 y 15 años, sólo el 17% de ellos asistía a clases - hoy, las estadísticas señalan que la tasa de alfabetismo del país llega al 96.4%, pero aún estamos lejos de acortar las brechas educacionales que nos separan como sociedad. Y digo esto responsablemente, porque en este contexto de pandemia es que hemos constatado -y de muy mala manera- que nuestros niños, niñas y jóvenes aún sufren una desigualdad educacional que este año se ha visto acentuada por el poco acceso a las tecnologías: la realidad es que no hay internet en todos los hogares y tampoco un computador para cada miembro. Sumado a esto, están las cifras que reveló la última encuesta CASEN, que señalan que el nivel de escolaridad de los chilenos es de 9,1 años, mientras que la Prueba PISA de 2015 dijo que el 49% de los jóvenes de 15 años no poseen las herramientas necesarias para desenvolverse adecuadamente en el siglo XXI.

En un momento donde la pandemia por coronavirus está lejos de amainar, desde la Universidad de La Frontera hemos puesto todos nuestros esfuerzos para que los profesionales que formamos, tengan la educación de calidad que se merecen y adquieran las competencias necesarias para su futuro. Es la responsabilidad que nos moviliza, el compromiso que tenemos como institución de educación superior y la confianza que las familias depositan en nosotros. Reconociendo la importancia del centenario de la Ley de Instrucción Primara Obligatoria, y todo lo que ella ha significado para al menos dos generaciones de chilenos, es que como Universidad no podemos fallar.

 



Compartimos enlace a columna de opinión publicado por Diario El Austral en su edición del martes 8 de septiembre con el título "El Desafío de Seguir Educando".