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UFRO rodrigo navia diez

 

 

 

Hace algunos días, con gran sorpresa, CORFO decidió adjudicar la licitación internacional del Instituto de Tecnologías Limpias (ITL) al consorcio norteamericano Associated Universities Inc. (AUI), en desmedro del consorcio Asociación para el Desarrollo del Instituto Tecnologías Limpias (ASDIT), conformado por universidades chilenas de reconocido prestigio, junto a otras entidades nacionales e internacionales de larga trayectoria. En principio, no pareciera haber nada extraño en el resultado de esta licitación, pero la reflexión sobre esa decisión que debemos hacer y considerar, es que no se ha licitado ni una gran autopista, ni un complejo puente, ni un moderno aeropuerto; se ha licitado ni más ni menos que la generación de conocimiento y desarrollo tecnológico del país, en ámbitos tan estratégicos como las energías limpias, el hidrógeno verde, la minería sustentable y materiales avanzados de litio.

Como académico y decano de una universidad pública, estatal y regional, no puedo más que manifestar mi sorpresa, desilusión y descontento por la mencionada decisión; creo también representar a muchos de mis colegas y en particular a las instituciones regionales de educación superior de Chile que han trabajado fuertemente en proyectos de desarrollo tecnológico de relevancia para el país. Porque, además, de ser esta una decisión relevante en lo estratégico, lo es también desde el punto de vista de las brechas que pudiesen haber sido abordadas en estos ámbitos de desarrollo en las regiones del norte de Chile: el presupuesto del ITL es de más de 190 millones de dólares comprometidos en un plazo de 10 años.

El desarrollo de Chile tiene muchas aristas, derroteros y desafíos, y las universidades queremos y debemos ser parte de éste. Sabemos que una iniciativa de esta naturaleza es una oportunidad sin precedentes para el país, su desarrollo tecnológico, la innovación y los nuevos emprendimientos vinculados a la industria energética, minera y del litio.

Me uno al cuestionamiento y dudas de muchos, en particular al Consejo de Rectores, organismo que ha planteado públicamente cuál es la real política de fomento al desarrollo para Chile, y qué papel juegan las universidades. Quiero creer que aún estamos a tiempo de corregir este error estratégico de proporciones. De no hacerlo, estamos arriesgando una posibilidad histórica de generar voluntades sinérgicas entre la industria, la academia, la innovación de punta, la comunidad local y el vínculo con los territorios, de manera de ser verdaderos protagonistas del desarrollo tecnológico en nuestro país.


Compartimos enlace a columna de opinión publicado por Diario El Austral en su edición del martes 19 de enero con el título "Una licitación incómoda”.