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Volcanes en erupción, terremotos y tsunamis, las amenazas más recurrentes en Chile, fueron los fenómenos analizados en las intervenciones de los invitados al Café Científico.  Por qué nos arriesgamos, por qué nos olvidamos y por qué no manejamos el riesgo, fueron algunas de las interrogantes que se plantearon.

“Vivimos pensando que podemos ganar. Tenemos conocimiento, recursos y nuevos modelos de análisis. Y es precisamente eso, el paradigma en el que vivimos, que nos tiene convencidos de que todo lo sabemos en base a nuestra experiencia. Pero en relación a los eventos extremos que nos afectan, hay muchas cosas que no sabemos, y eso es lo que nos mata y hace daño”.

Esta reflexión fue uno de los puntos de partida de la presentación del geógrafo Marcelo Lagos en el primer Café Científico de la temporada 2017, realizado en la Universidad de La Frontera, quien junto al geólogo Luis Lara -experto en volcanes- dieron las claves de cómo convivimos en Chile con esta naturaleza caótica que de tanto nos recuerda su presencia a través de erupciones, aluviones, sismos, terremotos y tsunamis.

Titulado “Nuestro constante juego con la naturaleza: ¿ganamos o perdemos?”, la actividad -con más de 400 asistentes- buscó dar una mirada distinta de cómo enfrentamos los chilenos las diversas catástrofes que nos afectan.

Según Lagos, el error está en creer que tenemos el control y en cada desastre confirmamos que lo estamos haciendo mal. “¿Quiénes sufren? Los vulnerables, los inocentes, la gente con menos recursos”.
Predomina la mirada exógena, como si lo que sucede no tuviera que ver con nosotros.

“Desde fines de los 80´s se acepta que los desastres no son naturales, somos nosotros los que detonamos el riesgo; construimos donde no debemos, no prevenimos, no regulamos y vivimos con la ilusión de la invulnerabilidad, pensando que a mí no me va a pasar”, dijo el geógrafo.

No me va a pasar a mí

El resultado de ese pensamiento está a la vista, tanto a nivel mundial como nacional. El tsunami de Asia en 2004 fue completamente inesperado. Nunca se había registrado un fenómeno así - al menos en el último siglo- por lo tanto, no existía. Era absolutamente improbable. Pero luego del desastre, los científicos decidieron explorar el área y descubrieron que no era el primero.

Luego, en Japón, el país que inventó el concepto, el lugar más preparado del mundo para enfrentar este tipo de eventos, se vio asolado por un terremoto de 8.9 y un posteriortren de olas que llegaron a la altura de 10 metros.

Y si retrocedemos en nuestra historia, Chile tienen su registro el terremoto más grande hasta ahora registrado, magnitud 9.8. Sucedió en 1960 y el tsunami que se generó destruyó la costa desde Concepción a Puerto Montt. En los últimos siete años el país ha sido protagonista de movimientos de gran intensidad: Cobquecura 2010, 8.8; Canela Baja 2015, 8.4; Arica e Iquique 2014, 8.2. Y hace diez días un terremoto 7.0 sacudió Valparaíso.

Pero el tema no es la frecuencia si no el riesgo. Somos un país sísmico, lo hemos aceptado e incluso festinado con ello. Nuestras construcciones son resistentes, la ingeniería ha hecho lo suyo y la cultura popular no se inmuta. Seguimos convencidos de nuestra invulnerabilidad. Hasta que viene el desastre.

“Hay un tema con el riesgo, que es la base de todo. Si no logramos comprenderlo, siempre estaremos igual, Es una tarea de la academia, de los científicos, de los que nos dedicamos a esto. Hasta tenemos que ser encantadores con el tema, comunicarlo bien, hacer conciencia de que todos somos responsables. Lo que no sabemos es la causa de fondo del riesgo”, aclara Lagos.

La mala elección

El geólogo Luis Lara, apunta a que perdemos por elección y no porque no tengamos las herramientas. Si bien las erupciones no son los desastres naturales más devastadores, hay métodos razonables para estimar amenazas y para estimar el riesgo. “Las pérdidas de algún modo son fallas estructurales de las sociedades, reducirlas es una elección”, agrega.

Y al parecer es tan simple como no construir viviendas ni centros urbanos en las cercanías de volcanes activos, porque con la información científica adecuada y utilizada de buena manera, es posible prepararse y anticiparse al riesgo y así evitar el peligro, la perdida material, la muerte de animales y seres humanos.

 

Apoyos

El Café Científico es realizado con el apoyo de BIOREN-UFRO, PAR Explora CONICYT , Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Vicerrectoría de Pregrado, Dirección de Vinculación con el Medio y la Dirección de Informática.

 

escrito porEscrito por: Lorena Espinoza Arévalo
Vicerrectoría de Investigación y Postgrado