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Mahia Saracostti

proyecto mahia

La relación entre familias y escuelas siempre ha sido algo tensa. Tiene ribetes que se han estudiado alrededor del mundo y hasta ahora, aún no hay una fórmula que pueda ayudar a mejorar el vínculo entre ambos actores. Por una parte, los apoderados no siempre comprenden las lógicas de enseñanza, y por otro, la escuela no puede incidir en las dinámicas familiares. Y las dos situaciones tienen repercusión en los resultados de aprendizaje de los estudiantes, sobre todo los más pequeños.

La relación entre familias y escuelas siempre ha sido algo tensa. Tiene ribetes que se han estudiado alrededor del mundo y hasta ahora, aún no hay una fórmula que pueda ayudar a mejorar el vínculo entre ambos actores. Por una parte, los apoderados no siempre comprenden las lógicas de enseñanza, y por otro, la escuela no puede incidir en las dinámicas familiares. Y las dos situaciones tienen repercusión en los resultados de aprendizaje de los estudiantes, sobre todo los más pequeños.

Es un problema que se ha arrastrado por años, de difícil solución, pero que ha llamado la atención de la Dra. Mahia Saracostti, investigadora del Núcleo de Ciencias Sociales de la Universidad de La Frontera.

Gracias a la ejecución de un Proyecto Fondecyt, la científica busca diseñar, analizar y evaluar un modelo de vinculación colaborativa entre familias y escuelas. “Hay un concepto que me parece muy gráfico, que se denomina atribuciones cruzadas de culpas: cuando nos enfrentamos a estudiantes con problemas de aprendizaje, de resultados, de conducta o de desarrollo socio emocional, la familia percibe que la escuela los responsabiliza ellos”, explica Saracostti. Mientras, al otro lado de la vereda, la institución educativa siente que en ella se “depositan” a los niños y luego, la familia se desentiende y además es culpada por el establecimiento.

“Hay un espacio de desencuentro, de falta de comunicación, de estigmatización cruzada. Y lo que la literatura científica muestra, es que aquellas escuelas y familias que logran avanzar en el aprendizaje es porque se han puesto de acuerdo, se han sacado los estigmas y han trabajado colaborativamente para desplegar al máximo los talentos de los niños”.

Sin embargo, llegar a ese consenso es un trabajo arduo, de ponerse de acuerdo, de flexibilizar expectativas y tener como fin único el bienestar de los estudiantes.

ESTRUCTURA VERSUS RELACIONES

Según Saracostti, muchas veces sucede que la estructura del establecimiento y su forma de relacionarse con los padres no logra seducirlos e involucrarlos en un proyecto de largo alcance. Las estructuras laborales de profesores y apoderados son distintas, y la escuela tiene expectativas tradicionales acerca del involucramiento de las familias. El primero espera que los padres ayuden en las tareas u otros, ignorando las demandas laborales, la falta de tiempo o energías; y los segundos no le ven la utilidad a ir a una reunión de apoderados o a una escuela para padres.

“No hay un involucramiento efectivo desde ese punto de vista. En un proyecto anterior -un Fondef- construimos un modelo de intervención biosicosocial en niños de etapa escolar básica, que buscaba articular los recursos de las comunidades y entorno para apoyar el proceso de aprendizaje. Ahí descubrimos que la disposición de la familia en el proceso es clave, las familias deberían proteger la imagen de la escuela y de los profesores frente al niño, y apoyar los procesos con los recursos que tengan”.

CREATIVIDAD COMO RECURSO CLAVE

Es así como este nuevo proyecto aspira a diseñar un modelo de intervención para Chile en esa materia. Hay evidencia científica que en otros países esta puesta en común y el involucramiento de familias y escuelas resulta, pero no hay evaluaciones concretas de experiencias en nuestro país.

“Queremos poner el foco en Latinoamérica y en ese contexto propongo un modelo genérico, que lo vamos a empaquetar y crear un intervención específica, para alumnos de 3ro y 4to básico, que esté en sintonía al contexto territorial, cultural y social de nueve establecimientos educacionales de La Araucanía, el Maule y O´Higgins. La característica común entre ellas es el alto índice de vulnerabilidad educativa, que están ubicadas en el radio urbano, son municipales y que tengan acceso a internet. Vamos a hacer un trabajo de formación inicial para profesores y ver de manera conjunta cómo podemos llegar al nexo efectivo entre familia y escuela”.

“Nuestro mayor desafío es demostrar que con acciones simples, el involucramiento es posible, efectivo y de alto impacto en el aprendizaje. Queremos que los niños vayan contentos a la escuela, que su desarrollo sea integral, y que lo que hagamos no implique un esfuerzo excesivo ni para los padres ni para el establecimiento. La creatividad será clave, y con eso buscamos a generar evidencia científica al mismo tiempo que desarrollar una experiencia de investigación inédita en el país, donde las comunidades educativas se sitúen como nuestros coinvestigadores”, puntualizó la investigadora.

escrito porEscrito por: Lorena Espinoza 
Vicerrectoría de Investigación y Postgrado