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“Dialogar es un viaje a tierra incógnita” fue el nombre de la Clase Magistral de la inauguración del año académico 2021 de la Universidad de La Frontera, a cargo del director del Centro Nasen para la Paz y el Diálogo en Noruega, Alfredo Zamudio.

“Voy a iniciar nuestro encuentro contándoles una breve historia que tiene que ver sobre cómo el camino del diálogo puede mostrarnos dónde están las coordenadas para el futuro, pero ese camino es para valientes, porque hay que hacerse cargo de las desconfianzas y encontrar las soluciones”. Con estas palabras, Alfredo Zamudio inició a un impactante relato.

Los hechos ocurrieron en Darfur, al sur de Sudán. Este fue su primer día de trabajo como coordinador de un campamento de refugiados y desplazados de más de cien mil personas, en un terreno desértico. Camino hacia el lugar, recibe una llamada de su jefe, donde le indica que un grupo de mujeres estaba bloqueando la entrada al sector de asistencia médica humanitaria, servicio crítico principalmente para los niños, que debían recibir alimentación especial inmediata o existiría riesgo de muerte para ellos.

Zamudio comenta que, en vez de solicitar rapidez a su chofer, le pidió ir muy despacio por entremedio del campamento. Necesitaba entender. En el breve recorrido pudo ver una mujer vendiendo verduras y a un hombre planchando en la arena. “Esas pequeñas cosas que vi mientras nos íbamos acercando, me muestra que estas personas son pobres, tienen mucha tristeza, les han pasado cosas malas en los últimos meses, pero mantienen su dignidad, quieren algo bueno y tratan de demostrar algo bueno de sí mismos”.

Al llegar al lugar de la manifestación, Alfredo se presenta y saluda, no sin antes sentirse golpeado por los 40 grados de calor a la sombra. Inmediatamente, divisa un árbol con una gran sombra y les invita a conversar, les ofrece su tiempo y escucha. Según lo que expresó su traductor acompañante, las mujeres, por compasión decían “vamos a sentarnos al árbol, sino este blanco grandote se nos va a morir por el sol que hace”. Allí, Alfredo escucha y le es revelada una de las grandes causas de dolor y tristeza de estas mujeres: falta de trabajo. Zamudio cierra la historia contando la respuesta que le dio a estas mujeres: “nosotros no tenemos trabajo, pero lo que sí puedo prometer, es escuchar la historia y llevarla a las otras organizaciones que están haciendo un trabajo aquí en este campamento y lo que ellos digan se los traigo de vuelta. Y en ese momento, encontré la forma de cómo hacer mi trabajo como coordinador en el campamento de desplazados más grande del mundo. No fue teniendo todas las respuestas, no fue diciéndoles lo que tenían que hacer, sino solamente tratar de escuchar y tratar de que las personas que tenían una historia, pudieran conversar con quienes pudieran responder. El diálogo se trata de eso. Se trata de contar cosas difíciles y crear un espacio para que se cuenten. No significa aceptar ni justificar, ni perdonar, sino solamente tratar de escuchar la versión del otro”, explica Zamudio.

DESDE ESTA HISTORIA PROFUNDIZA SOBRE EL DIÁLOGO Y SUS CLAVES
“En toda situación de crisis donde se busca una transformación pacífica, hay tres factores importantes: los que saben qué sucede, los que pueden hacer algo y los que deciden si se hace. Cuando hay mucha desconfianza, estos no se comunican ni colaboran. Hay que hacerse cargo de las desconfianzas para encontrar las soluciones que se necesitan. Y para eso, hay que trabajar a ambos lados de las divisiones.

Diálogo no es negociación. Mientras la negociación y la mediación priorizan los resultados, el diálogo se basa en el proceso, donde se van descubriendo las dificultades y las soluciones. Si no logramos escuchar atentamente, vamos demasiado rápido, no logrando ver dónde están las oportunidades.

El camino del diálogo es para valientes, porque hay que atreverse a escuchar lo incómodo y abrirse a la posibilidad que uno no tiene toda la versión de lo que el otro piensa o ha vivido. La escucha activa y la humildad son elementos esenciales para crear el espacio seguro para esas conversaciones difíciles.

Dialogar no significa aceptar lo que es injusto. Transformar un conflicto en forma pacífica significa hablar sobre los hechos, necesidades y sentimientos, pero siempre y cuando nos veamos como iguales y con el mismo derecho de vivir en esos espacios compartidos. Es una forma de comunicación que se centra en comprender «al otro», en lugar de intentar convencerlo de que tú tienes la razón.

Quienes se embarcan en un proceso de diálogo, se embarcan en un viaje a tierra incógnita, igual que cuando vamos a lugares que no conocemos; no se trata sólo de llegar a destino, sino que la travesía en sí nos enseña cosas que no sabemos.

LAS COORDENADAS PARA EL FUTURO
Si no logramos construir algo en conjunto en el primer intento, por lo menos hemos aprendido algo que no sabíamos. Y podemos volver a probar. La historia nos muestra que el reencuentro de los pueblos no es un camino en línea recta. El diálogo nos puede dar las coordenadas para navegar en esas dificultades. Si tenemos un mejor mapa para los desafíos de hoy y de mañana, sabremos dónde construir puentes, dónde tener más cuidado y cómo llegar seguros a nuestro punto de destino. Por el camino del diálogo podemos llegar al futuro compartido que necesitamos y que podemos construir”, finalizó.

 


escrito porEscrito por: Andrea Poblete Pacheco
Dirección de Comunicaciones