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monica bravo

 

 

 

Para el año 2020, de acuerdo a la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), la escolaridad promedio de la población en Chile llegó a 11,7 años, registrando un aumento de 0,5 años respecto al año 2017. En la región de La Araucanía en tanto, la escolaridad promedio para 2020 se ubicó en 10,6 años, mostrando un aumento de 0,4 años en relación a la medición anterior.

En el contexto nacional, la escolaridad de La Araucanía se ubicó en el lugar 14 entre las 16 regiones del país, siendo la tercera región con menor escolaridad promedio del país. Lo anterior, evidencia un importante rezago en los años de escolaridad de La Araucanía, con relación al resto de las regiones y al promedio país. Este rezago se ha mantenido por, al menos, los últimos 30 años. Al realizar un ranking regional, desde la CASEN de 1990 hasta 2020, se observa que la escolaridad promedio de los habitantes de la región, se ha ubicado típicamente en los últimos 3-4 lugares, posicionando históricamente a La Araucanía entre las regiones de menor escolaridad del país. Y a pesar que entre 1990 y 2020 La Araucanía aumentó su escolaridad en 2,8 años; en tanto que el país registró un incremento de 2,6 años, esto no ha sido suficiente para que La Araucanía avance en su posición relativa entre las regiones de Chile. Lo anterior, denota un problema más bien estructural en los niveles de escolaridad de la región.

Asimismo, la pandemia ha generado diferentes y profundos efectos en el sistema escolar, siendo uno de ellos la deserción escolar. De acuerdo al Ministerio de Educación, en 2020 en Chile, habían más de 186 mil menores y jóvenes (entre 5 y 21 años) que abandonaron el sistema escolar. En 2021, el ministerio reportó que 39.498 niños, niñas y jóvenes no se habían matriculado, lo que representa, claramente, una amenaza de deserción escolar y, con ello, un efecto negativo en la escolaridad.

Desde una mirada económica y social, que la región presente una baja escolaridad, se asocia a un bajo capital humano (bajo nivel en desarrollo de competencias), lo que tiene consecuencias en la inserción laboral, condiciones de trabajo precarias y una seguridad social, también, frágil. La investigación ha mostrado que lo anterior, tiene implicancias negativas en los niveles de bienestar y felicidad de las personas. Ante este panorama, queda clara evidencia de que la baja escolaridad presente en La Araucanía, es un obstáculo estructural para su desarrollo. Es necesario avanzar con urgencia en políticas económico-sociales que releven la educación como la vía al desarrollo y al bienestar social.

Dra. Mónica Bravo Sanzana
Observatorio de Ciudadanía, Convivencia y Bienestar Escolar en La Araucanía (OCCBE)
Universidad de La Frontera



Compartimos enlace a columna de opinión publicado por Diario El Austral en su edición del miércoles 8 de junio con el título "Escolaridad regional: Una tarea pendiente".