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Luis torralbo

 

La Araucanía es generosa en materias primas y productos agropecuarios de elevada calidad y con disponibilidad de volúmenes muy interesantes anualmente. A esto se suman una serie de elevados volúmenes de residuos alimentarios, descartes o productos fuera de tipo que son comercializados a muy bajos precios o derechamente son enviados a los vertederos. Es decir, la región cuenta con una importante base para desarrollar procesos de transformación agroindustrial.

Sin embargo, sólo unos pocos rubros en la región superan la barrera de la producción primaria en volúmenes significativos, ejemplos de ello son el trigo, la cebada, la avena, el rap, el lupino y la leche. Por otro lado, la demanda por alimentos aumentará drásticamente (en el 2030 habrá 8.300 mil millones de habitantes en planeta), y será cada día más segmentada, diversa y compleja.

Un dato que reafirma lo recién señalado en cuanto al aumento de la demanda es que el que el Índice de Precios FAO fue de 125,7 y de 143,7, para los años 2021 y 2022 respectivamente, lo que significa que hubo un aumento de precios de 25,7% y un 43,7% respecto de la base que fue establecida por el promedio de precios entre los años 2014 y 2016. Ahora respecto a que esta demanda será cada vez más específica y compleja, se puede señalar como ejemplo la tendencia de consumo internacional: “plant based”, es decir el desarrollo y crecimiento del consumo de alimentos cuyas materias primas, ingredientes y aditivos son de origen vegetal.

Según ICB Food Service, empresa de distribución de alimentos en Chile, en el año 2022 el consumo de alimentos de este tipo aumentó un 41% en nuestro país. Así mismo, según proyecciones de Bloomberg Intelligence, el mercado mundial de alimentos de origen vegetal alcanzará los 162.000 millones de dólares en la próxima década, frente a los $29.400 millones de 2020. Es decir, por recursos y por demanda, al parecer nuestra región tiene una gran oportunidad para su desarrollo y el de sus habitantes. Para contextualizar este gran potencial agroindustrial, se puede recurrir a Los Países Bajos. Este país posee 41.543 km2 de superficie versus la región que posee 31.842 km2.

Sin embargo, la distancia en la generación de negocios agroalimentarios es abrumadora, ya que Países Bajos es el segundo mayor exportador de alimentos del mundo, posee más de 5.300 empresas alimentarias, muchas de ellas de carácter global y es de los países que más gasta en I+D; hay que considerar, además, que gran parte de la superficie cultivable de este país fue producto de procesos de construcción de diques y canales que le ganaron aproximadamente 7.500 km2 de superficie al mar, es decir, no es que su desafíos y problemas hubiesen sido modestos, muy por el contrario. Este ejemplo y los pocos datos entregados permiten percatarnos de que hay reales posibilidades de desarrollo agroindustrial para La Araucanía; y que, igualmente, hay problemas y brechas, éstas están ahí, para ser superadas con decisión, convicción, y el convencimiento de parte todos los actores regionales, de que esto es posible, y que, con mayores esfuerzos y alianzas entre el sector público, el privado y las universidades se puede desarrollar una agroindustria robusta. Si bien es una apuesta compleja ya que requiere consensos, cooperación, recursos, nuevas capacidades, nuevas estrategias, nuevas redes y personas de alta calificación, los impactos de mediano y largo plazo serían, sin duda, un gran motor del desarrollo de La región de La Araucanía. 

Ver Columna de Opinión publicada en El Diario Austral de La Araucanía en el siguiente Enlace

 

escrito porEscrito por: Luis Torralbo Barría
Director Instituto de Agroindustria