Este mes se cumplen 4 años de aquel 18 de octubre que sacudió al país. Sin ahondar en lo que ha significado para los ciudadanos, la clase política, el mundo empresarial y todos los actores que conformamos esta sociedad, quiero hacer especial énfasis en un punto que me tiene profundamente preocupado.

Me refiero a la violencia desmedida que se desata cada vez que hay conmemoraciones, movilizaciones o manifestaciones de tipo políticas, sociales o de cualquier otra índole. Francamente me parece inaceptable que jóvenes (o quizás adultos, quien sabe) actúen de manera subrepticia, malintencionada y artera. Resulta que ahora cualquier expresión pública que convoque a personas, se convierte en un campo de batalla gracias a los “encapuchados”; personas cuyas identidades son imposibles de detectar (por lo tanto, imposibles de sancionar), que nadie sabe de dónde vienen, a quiénes representan y que de paso siembran la violencia, el terror y la inseguridad.

Previendo que este 18 de octubre no será un momento de reflexión ni de introspección, la Universidad de La Frontera ha tomado una decisión drástica pero necesaria: ese día, la UFRO cerrará sus puertas, pensando en el bienestar y seguridad de la comunidad, y todo el quehacer tanto académico como administrativo y estudiantil se hará en forma remota.

¿Por qué? porque queremos evitar a toda costa escenas donde esta casa de estudios se convierta en un centro de violencia gracias a estos personajes. No queremos que la UFRO sea zona de acopio de molotovs, generadora de piedrazos o lugar de neumáticos quemados en sus accesos, los que además impiden el libre tránsito de los habitantes de Temuco.

Como universidad rechazamos todo tipo de expresión que atente contra la integridad de las personas y, especialmente, contra la democracia. No estamos en contra de las manifestaciones, si no contra las agresiones. Somos una institución abierta al entendimiento y comprensión, pero cuando el diálogo se acaba comienza la violencia. Lamentablemente, como el diálogo no es posible con los agitadores, preferimos restarnos de ese momento, y cerrar nuestras puertas como medida de seguridad. Eso es a lo que hemos llegado.

Escrito por: Eduardo Hebel Weiss
Rector Universidad de La Frontera