El número 141 ha quedado instalado en las discusiones y análisis de empleo, lamentablemente como un símbolo negativo y una señal dura y concreta del complejo momento que atraviesa el empleo en Chile. Es que con más de 9 millones 321 mil ocupados, casi 910 mil desocupados, y una fuerza de trabajo que supera las 10 millones 231 mil personas en el país, el guarismo 141 pareciera no encajar en estas magnitudes del mercado laboral. Sin embargo, esa cifra fue la magra creación de empleos anual registrada a nivel nacional para el trimestre abril-junio 2025, las más baja desde principios de 2021 en plena pandemia del Covid-19. Más allá de un simple número, terminó siendo un hito que marca el estancamiento y frenazo en la creación de empleos después de varios meses desacelerando. Hace apenas un año atrás los ocupados crecían a un saludable 3,2% interanual, en esta última medición el crecimiento fue 0%.
En simple, la economía ha venido perdiendo su capacidad para generar puestos de trabajo. Y como la población en edad de trabajar (PET) ha seguido creciendo a un ritmo de 0,9% anual en al menos los 2 últimos años, el resultado es que una fracción menor de esa mayor PET ha encontrado empleo, mientras que otra proporción ha pasado a engrosar la cantidad de desocupados y otra parte ha migrado a la inactividad. De hecho, para abril-junio 2025 los desocupados y los inactivos crecieron 7,2% (60.795 personas) y 1,4% (87.927 personas) anual respectivamente; en tanto la fuerza de trabajo creció 0,6% (60.936 personas) y los ocupados no registraron variación. Este mayor crecimiento de la fuerza de trabajo en proporción a los ocupados elevó la tasa de desocupación en 0,6 puntos porcentuales (pp.) en 12 meses pasando de 8,3% en abril-junio 2024 a 8,9% en abril-junio 2025. Registrando a la fecha, 30 trimestres móviles consecutivos con desocupación igual o mayor a 8,0% (desde noviembre 2022 – enero 2023).
El problema del empleo en Chile no se limita -lamentablemente- solo al último año, con los ya célebres “141” empleos creados en 12 meses, sino que representa un problema más largo, que incluye una deuda que lleva más de 5 años y sigue pendiente hoy en día, es la deuda de empleo que Chile continúa arrastrando desde la pandemia.
Para este último trimestre informado, se registra un déficit de 293.793 empleos para alcanzar la tasa de ocupación prepandemia, equivalente a 3,1% de los ocupados. Es decir, para recién volver a la fotografía de ocupación que tenía Chile antes de la pandemia faltan casi 294 mil puestos de trabajo por recuperar. Antes de la crisis sanitaria, el país marcaba una tasa de ocupación laboral (número de personas ocupadas como porcentaje de la población en edad de trabajar) de 58,2%. Para abril-junio 2025 la ocupación llegó a 56,4%.
Este déficit de empleo prepandemia registra además 5 trimestres móviles consecutivos de alzas. Para el trimestre noviembre 2024-enero 2025 el déficit había llegado a 185.130 empleos, pero desde ahí en adelante comenzó a subir alejándonos de la meta. En estricto rigor, a 5 años y 3 meses, Chile aún no recupera los empleos perdidos en la pandemia como proporción de la población en edad de trabajar, técnicamente estamos aun recuperando y no creando empleo. Volver a los niveles de ocupación prepandemia es un objetivo que por cierto se ve cada vez más lejano según las cifras y tendencias actuales del empleo.
Más allá de la etiqueta que queramos usar: “emergencia”, “crisis”, “deterioro”, o alguna otra, parece difícil -a la luz de las cifras- no aceptar que existe un problema importante en el empleo, que supera la coyuntura y el corto plazo, y que incluye ribetes incluso más estructurales. El tiempo sigue corriendo, en vez de perder ese valioso espacio en discutir el nombre de la etiqueta, conviene más enfocarse los esfuerzos para buscar soluciones.